Planteada como un espacio de experimentación sensorial, la instalación es activada por un dispositivo lumínico que proyecta luz parpadeante a una velocidad de 10 destellos por segundo, induciendo la expresión de ondas Alfa en el cerebro y la percepción de las alucinaciones visuales denominadas fosfenos. Este procedimiento, investigado por la ciencia moderna desde comienzos del siglo XIX, entra en la práctica artística en la década de 1960 con la obra y dispositivo Dreamachine de Brion Gysin y Ian Sommerville.
Se propone a las personas dibujar sus visiones directamente sobre los muros de la galería, interviniéndola de manera colectiva y dejando un testimonio visual para los siguientes visitantes. Por otro lado, se recoge información de algunos espectadores, para determinar los colores y formas geométricas más recurrentes. Se realizan talleres de dibujo, experimentación sonora y escritura (por Almendra Benavente) en que las experiencias individuales son exteriorizadas mediante técnicas artísticas.
El nombre de la exposición plantea la idea de una escuela, siendo los fosfenos los encargados de enseñar una dimensión interior que es visual, sensorial y que arroja interpretaciones simbólicas personales. La experiencia de dicho estado no ordinario de conciencia, se plantea como un tipo de conocimiento, susceptible de ser aprehendido y transmitido, posibilitando la (auto)educación en torno a un estado mental que no se rige específicamente por la inteligencia racional. Se busca poner en valor ciertas formas de conocimiento, tales como el trance extático conocido en Occidente como éxtasis religioso, redescubriendo facultades humanas disminuidas y negadas a partir de la modernidad.